Cada día nos encontramos con nuevas experiencias de vida.
Las que sentimos como agradables nos proporcionan el placer de disfrutar de ellas y nos conectan con todo lo bello que nos rodea y también todo lo bello que existe en nuestro interior.
Mientras que los retos a los que nos enfrentamos tienen un papel menos agradable a priori, pero importantísimo en nuestras vidas.
Y es que superar esos retos nos hace ser más fuerte.
Descubrimos nuevas capacidades desconocidas, que de no ser por estas situaciones adversas, seguramente nunca hubiésemos tenido necesidad de reconocerlas, de manifestarlas o de sentir que forman parte de nosotros.
Por eso ante las situaciones no tan agradables que nos suceden en la vida, en vez de volvernos más amargos; estas nos han de servir para abrir nuestro corazón con pasión hacia una nueva realidad.
Ya que a partir de esa experiencia, nos hemos convertido en un nuevo ser mucho más sabio y con más recursos para seguir viviendo en la confianza de que somos capaces de superar cualquier dificultad.
Así que nos conviene liberarnos de los sentimientos de culpabilidad o victimismo que nos mantienen anclados en los arrecifes de la mente y la desolación, agriando nuestro carácter y nuestras vidas.
Toca adoptar un nuevo enfoque a esas experiencias buscando una solución positiva y cargada de comprensión y amor desde un nivel superior de consciencia.
Hay que apostar por una postura más humana hacia nosotros mismos ante estas situaciones y tratarnos con respeto y cariño; sabiendo de la gran revelación que traerán a nuestra vida estos acontecimientos que no nos gustan.
Como dice Jung “lo que niegas, te somete; lo que aceptas, te transforma”
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